Episodio 7

JORDAN, PHIL JACKSON Y EL TRIÁNGULO OFENSIVO

LAS CLAVES PARA CREAR UN EQUIPO DE DINASTÍA

Cómo hicieron los Bulls de Jordan (y posteriormente los Lakers de Shaquille O’Neal y Kobe Bryant) para poder pasar de esas rondas de semifinales que nunca pasaban y acabar creando sendas dinastías.

Veremos a través de la otra gran leyenda de la NBA, Michael Jordan, qué hábitos y rutinas impedían a sus Bulls convertirse en el equipo que dominó posteriormente la liga gracias a su entrenador Phil Jackson.

EL ENTORNO PREVIO

Por todos es sabido de la figura legendaria y eterna de Michael Jordan así como de sus Chicago Bulls.

Un equipo mítico que salió reforzado por la pandemia con el famoso documental The Last Dance que reavivó las aventuras de la última temporada de aquel equipo tan mítico que logró conquistar en 8 años nada menos que 6 anillos.

Pero lo que poco se sabe es que ese mismo equipo estaba siendo absolutamente incapaz de pasar de semifinales frente a los Pistons de Detroit, de manera rutinaria y hasta previsible. Un cambio que vino propiciado por la figura del ahora legendario, pero por entonces totalmente desconocido, Phil Jackson, quién junto a su sistema de juego “El Triángulo Ofensivo”, fue capaz de crear un equipo ganador.

Un liderazgo y unos resultados que logró replicar exactamente igual años después con unos Lakers de Shaquille O’Neal y Kobe Bryant que sucumbían también en las rondas previas a la final de la NBA.

Pero, ¿qué fue lo que hizo Phil Jackson para elevar a sus equipos al máximo nivel y que lo acabó encumbrando como el mejor entrenador de la historia de la NBA?

"MÁS ENERGÍA. MÁS PASIÓN. MÁS HUEVOS".

Como pudimos ver en el documental “The Last Dance”, Jordan y los Chicago Bulls tenían un archienemigo en la figura de los Detroit Pistons, el equipo más sucio y duro de toda la liga.

Y es que cada vez que llegaban a finales de conferencia del este (lo que serían unas semifinales), siempre acababan sucumbiendo ante la dureza y saber hacer de ese equipo de perros viejos.

Por entonces los Bulls estaban entrenados por Doug Collins, un ex jugador de la franquicia de Chicago, famoso por ser un defensor tenaz, increíblemente enérgico y lleno de furia. Unos atributos que en seguida cuajaron con Jordan. Y su sistema era en el fondo muy sencillo: más energía, más ganas, más cojones… y balones a Michael.

Lo que Doug no era capaz de ver es que de esa manera acababan repitiendo un patrón muy sencillo y previsible: los Bulls acaban dependiendo total y absolutamente del talento de Jordan, en detrimento del resto de miembros del equipo que pasaban a ser meros actores secundarios, facilitando enormemente el trabajo para las defensas rivales que sabían que finalmente se tenían que centrar en la figura de MJ y con eso acababa siendo suficiente para parar a ese equipo. Máxime cuando una eliminatoria de la NBA se disputa a 7 partidos.

EL OUTSIDER DE LA NBA

Cansado de ver que aquella fórmula no prosperaba, y a pesar de las reticencias de Jordan, Jerry Krause, por entonces el Manager General de los Bulls, decidió poner fin a la época de Collins en Chicago y propuso en el cargo a un antiguo jugador de la NBA, ex asistente de Collins, pero conocido por ser el tío más raro y particular de la Liga, un auténtico outsider, hippie y con una perspectiva de la vida y el juego del baloncesto totalmente diferente al modelo predominante.

Phil Jackson se dio cuenta de que ese equipo tenía una serie de cualidades y patrones que les estaban impidiendo escalar al siguiente nivel:

Potenciar sus Activos. Tenían al gran activo de la liga, a MJ, pero no era el único que tenían. Había que potenciar al resto de compañeros, ya que un jugador sólo era imposible que lo ganara todo.

No había un sistema de juego. Se acababa dependiendo demasiado de las individualidades y de la “pasión”. El foco entonces pasaba a pocos jugadores, y a falta de sistema, los jugadores repetían patrones y hábitos heredados que hacían que los equipos fueran muy previsibles para las defensas rivales.

No había un espíritu o propósito. Cuando las cosas se complicaban, hacía que el equipo se desmoronara rápidamente en los momentos clave. Cómo cuando los Pistons de Detroit empezaban a moler a palos a los Bulls, o todavía más evidente en los jóvenes Lakers de Los Ángeles, que no sólo perdían, si no que sistemáticamente se dejaban remontar ventajas de hasta 15 puntos en los cuartos decisivos de los partidos, los jugadores se venían abajo en los momentos más decisivos de las eliminatorias.

THERE IS NO "I" IN "TEAM"

Siendo el entrenador más especial de todos, Phil cogió el toro por los cuernos y se dispuso a cambiar esos problemas nada más llegar al equipo con un movimiento que a día de hoy sigue siendo igual de valiente y sorprendente.

Porque lo primero que hizo Phil Jackson al llegar a los Bulls fue nada menos que hablar con sus estrella, Michael Jordan, quien, había sido el líder anotador de la NBA durante las últimas temporadas para decirle que esos días se habían acabado, y que había llegado el momento de involucrar más al resto de compañeros.

Phil Jackson creía que ese equipo tenía muchos más activos de los que se estaban enseñando, y estaba decidido a sacar el máximo partido de ellos. Pues en ese equipo no sólo estaba Jordan, si no que había otros grandes jugadores talentosos como Pippen y Horace Grant entre otros.

Para su sorpresa, este aceptó porque la idea de ganar le era más importante que la de ser el máximo anotador. Aunque celebremente accedió no sin antes contestarle, “There is no “i” in Team, but there is an “i” in Win”, dejándole claro que él estaba comprometido con hacer cualquier cosa necesaria para ganar.

En segundo lugar, lo siguiente que hizo Phil Jackson fue instaurar un sistema de juego, una herramienta o filosofía de juego innovadora que desarrolló su asistente técnico Tex Winter, “El Triángulo Ofensivo”, que permitiera a los Bulls desarrollar una base de juego en la que potenciar sus cualidades y activos.

Porque no era una cuestión de echarle más ganas, más energía, más pasión. Era una cuestión de jugar mejor. De saber estar, de saber ser diferentes, de saber ejecutar.“El Triángulo Ofensivo” es un sistema de juego basado en 7 principios que busca involucrar a todos los miembros, desarrollar un juego colectivo y que potencie las cualidades de sus jugadores.

Lo que diferencia al triángulo respecto al resto de sistemas de jugadas, es que este enseña una forma de jugar, pero no impone, sino que deja al jugador elegir las mejores opciones según las reacciones y debilidades de la defensa. Mientras que los sistemas basados en jugadas, son opciones de juego cerradas con patrones cerrados que se limitan a dar una o dos opciones por jugada, a uno o dos jugadores. Se basa en el proceso, y no en el talento.

Es decir, lo que el triángulo hace es fijar un “framework” de trabajo. El Triángulo Ofensivo se basa en 7 principios más concretos que son los siguientes:

  • El ataque debe penetrar la defensa - El primer aspecto del ataque consiste en romper la línea perimetral de la defensa, ya sea con un pase, un tiro o una entrada, siendo la opción principal meter el balón al poste e ir a por una canasta con falta.

  • El ataque debe involucrar un juego en toda la pista - La transición al ataque viene desde la defensa. El jugador debe saber jugar en todo el campo y ejecutar sus habilidades en un entorno muy acelerado.

  • El ataque debe proveer un espaciamiento adecuado - Tiene que haber una distancia mínima de jugadores de un metro y medio como poco para que el jugador tenga espacio para tomar decisiones, y que la defensa no pueda cubrir a un atacante con dos defensores.

  • El ataque debe asegurar que jugador y balón se mueven con propósito - Cada jugador debe pasar el 80% del ataque sin el balón en las manos. El jugador tendrá patrones de jugadas que le permitirán en armonía en torno a un objetivo común.

  • El ataque debe proveer de posiciones de rebote y de una buena transición defensiva en todos los tiros - Todo el mundo debe saber dónde colocarse cuando hay un lanzamiento, ya sea para coger un rebote en ataque o bien impedir un contraataque de la defensa. El espacio lo es todo.

  • El ataque debe proveer al hombre con balón una opción de pase en todo momento - Los jugadores se tienen que mover de tal manera que el hombre con balón siempre tenga la opción de pasarle. Esto hace que la defensa no pueda centrarse sólo en un punto, y crear múltiples opciones de amenaza para todo el ataque.

  • El ataque debe utilizar las habilidades de los jugadores - Porque todo jugador debe ser una amenaza, y siempre sabiendo ofrecer lo mejor de cada dentro del contexto del equipo. Saber lo que mejor hace cada uno para convertirse en el mejor activo dentro del ataque.

Vamos a ver un video de cómo funciona el Triángulo explicado por el propio Phil Jackson y así poder ver un ejemplo real de cómo se aplicaban estos principios:

En tercer lugar tenía que construir una identidad, un sentimiento de equipo, un espíritu que mantuviera unido a la tribu y le dotara de propósito para que cuando llegaran los momentos más duros, el equipo no se rompiera y volvieran al viejo patrón de poner todo en manos del talento individual de Jordan.

Porque por muy bueno que fuera el Triángulo Ofensivo, la clave al final era saber ejecutarlo. ¿Cómo hizo esto?

Phil Jackson es un hombre muy espiritual, muy marcado por los indios nativos americanos de las zonas en las que vivía de pequeño, y con una gran pasión por la religión Zen, que le hizo entender desde muy pronto el valor de la intuición, el propósito y el saber estar en el presente (mindfulness) como elementos de fuerza en el desarrollo de una persona, pero también de un equipo.

Así, cada año le daba un título y una narrativa a la temporada, que fijaba el objetivo y el camino a seguir. Y por si fuera poco, introdujo a los jugadores en la meditación y en el mindfulness, para que aprendieran a estar en el presente, observar el juego en vez de anticiparse, y confiar unos con otros para que los patrones y tendencias naturales y aprendidos de cada jugador no se interpusieran en el juego colectivo del equipo.

Estar en el presente, suspender el ego, visualizaciones o liderazgo tribal son algunos de los conceptos que introdujo en sus equipos y que permitió a los jugadores unirse como un verdadero equipo, confiar unos en otros, entender lo que estaban desarrollando y convertirse en equipos que prácticamente acaban jugando sólos.

CREACIÓN DE DINASTÍAS

Con estas premisas, Phil Jackson consiguió dotar a sus equipos de la mentalidad, herramientas y hábitos que les permitieran sacar el máximo provecho a sus talentos individuales, pero también que estos se unieran como equipo para formar una unidad de juego que funcionara como una maquinaria.

A la vez, supo hacer sentir y pensar a sus jugadores de manera autónoma, para que fueran ellos y no él (al contrario que la mayoría de entrenadores), los que tomaran las mejores decisiones en cada momento. Además permitió que los jugadores nutrieran sus instintos más creativos pero siempre al servicio del bien común.

Y supo hacer creer al equipo, empezando por el líder, en una forma de juego y en un sentido de familia, que hicieran que confiaran unos en otros y que llegados los momentos de la verdad, que es cuando tendemos a rompernos y volver a los patrones a los que nos aferramos, confiaran en esos momentos de presión para ayudarse como equipo y por fin, pasar de esas rondas malditas y acabar no sólo ganando un anillo de la NBA, si no múltiples en los años venideros.

LA HORA DE LA VERDAD

Pero como todo gran proyecto, hay un momento en el que la vida (o el mercado) viene a ponernos a prueba para ver si realmente lo que se ha trabajado es de verdad, o se ha quedado en algo superficial.

Así, los Bulls volvieron a enfrentarse en finales de conferencia a su némesis, los Detroit Pistons. ¿Y qué pasó el primer año? Que los Bulls quedaron mejor en liga regular, eran el equipo a batir, eran mejores claramente que los Pistons... y perdieron.

¿La razón? Porque cuando las series llegaban al punto caliente, los Pistons sacaban las viejas armas, sus codazos, faltas y tratas para desquiciar a los Bulls, especialmente a Scottie Pippen que siempre caía en las trampas, y lo que conseguían era que los jugadores, a pesar de todo lo entrenado, se descentraran, y volvieran a sus viejos hábitos. O lo que es lo mismo, a depender de Michael Jordan mientras el resto se quedaban mirando.

Porque el mayor reto al que se enfrentan los equipos cuando quieren cambiar, cuando quieren afrontar un proceso de transformación, no es otro que los hábitos (lo que en el mundo de la empresa se conoce como "Rutinas Corporativas"), ya que a pesar de todos los mensajes y formaciones, cuando las cosas se aprietan y nos ponen contra las cuerdas, es la naturaleza humana volver a lo que conoce y le ha funcionado en el pasado, sus hábitos antiguos.

EL MAESTRO ZEN

Así que Phil Jackson, conocedor de que ningún Triángulo Ofensivo podría ganar si los jugadores no acababan mentalizándose para funcionar como una unidad concentrada, cohesionada y fluida, sacó todos los trucos que tenía en la chistera.

Yoga, meditación, entrenar a oscuras, conjuras de equipo, totems de tribus americanas... Todo con un sentido: que cuando llegara ese momento de la verdad, confiaran en el proceso, respiraran, entendieran que las tácticas de los Pistons sólo eran eso, tácticas, y se centraran en el momento, en el equipo, en el plan.

Y de nuevo, al año siguiente, los Bulls se encontraron otra prueba de la verdad, pero esta vez con una mentalidad totalmente centrada. 

Ese año, en esos playoffs los Bulls empezaron dominando la serie 2-0, pero todos sabían que había que pasar por Detroit, una ciudad dura, trabajadora, donde lo más amable que te podías encontrar era un codazo en la boca para darte la bienvenida. 

En el tercer y decisivo partido, si los Bulls se ponían 3-0 la eliminatoria estaría totalmente decantada, los Pistons, viéndose por debajo en el tercer cuarto y muy inferiores, sacaron toda su artillería, precisamente contra el eslabón más débil hasta la fecha, Scottie Pippen. Y así propiciaron una jugada mítica para sacar fuera de juego a Pip y los Bulls una vez más:

Como vemos, Scottie fue recibido en el aire por las dos últimas personas que te gustaría encontrarte en un callejón de noche, Bill Laimbeer y Dennis Rodman, los tíos mas duros y sucios de la NBA. 

Y como no podía ser de otra manera, se llevó de todo. Codazos, golpes, y para rematar, un empujón que lo mandó a la grada. Los Pistons lo habían vuelto a hacer. ¿O no?

Porque esta vez Scottie se quedó en el suelo, respirando, aguantando todas las emociones que le venían, sabiendo que habían entrenado dos años para este momento, y que si se descentraba, entrarían en el juego de los Pistons. Así que, cual maestro Zen, se levantó, se sacudió la camiseta, y tranquilamente se fue a tirar los tiros libres.

¿El resultado? Que ambos equipos en ese momento entendieron que el juego se había acabado, que los Pistons ya no tenían nada que hacer con los Bulls, y estos acabaron dominandolos para acabar la serie con un 4-0 que les daría pase a la final para ganar el primer anillo se su tan famosa dinastía.

Todo porque supieron entrenar y cambiar sus hábitos, entender que todo lo demás no valía de nada si no tenían el mindset adecuado.

CÓMO SE APLICA AL MUNDO DE LOS NEGOCIOS

¿Y qué tienen que ver los Bulls y Phil Jackson con el mundo del business? Lo cierto es que hay muchos más paralelismos de los que puede parecer a priori.

Porque en la mayoría de casos, al igual que los Bulls o los Lakers, los equipos y empresas se suelen encontrar con techos de cristal que son incapaces de superar por falta de activos, sistemas o mentalidad que les impiden llegar al siguiente nivel.

Porque cómo con los Bulls de Doug Collins, en la inteligencia colectiva está instalada la idea de que cuando llega un problema, lo que tenemos que hacer siempre es “más, más y más”, sobre todo más pasión y ganas.

Porque, ¿acaso son los que más trabajan los que más dinero ganan?Si uno busca en Google, a la solución de cómo aumentar el rendimiento de los equipos, se encuentra que la mayoría de respuestas suelen ir en dirección a “mayor motivación”, “mayor cantidad de trabajo” o “más narrativa”.

Y cargamos a nuestra gente con todavía más trabajo, más presión, repitiendo patrones y hábitos del pasado y gastando recursos en consultorías que inciden en los mismos problemas de siempre pero que no van orientados a romper con las tendencias que nos impiden crecer.

Pero la realidad es que no suele ser un problema de energía, si no un problema de diseño y mentalidad. La historia nos demuestra, como los Bulls de Jordan, que esto no va de echar más leña al fuego, sino de crear una chimenea más eficiente, o directamente, crear un sistema de calefacción nuevo.

Y aquí es donde más podemos aprender de Phil Jackson y sus tres ejes del cambio:

  • Identificar y potenciar los Activos. Porque el valor está en identificar (o crear) aquello que es diferencial y aportar mucho valor, y en el ecosistema de los mismos.

  • Diseñar un sistema de juego que los potencie. Diseñar la interrelación de los mismos de modo que se potencien los unos a los otros y generen resultados previsibles.

  • Desarrollar una mentalidad y propósito adecuado. Porque al final son las personas las que ejecutan los activos y los sistemas, y si el mindset no es el adecuado, todo fracasa.


Si conseguimos desarrollar un marco de trabajo en torno a estos tres pilares, dejaremos de invertir tiempo, esfuerzo y dinero en poner más ganas, más energía para hacer las cosas de manera disruptiva, más eficaz y eficiente, y los resultados acaban llegando por sí solos.

Porque… ¿Queremos vender más o ganar más dinero?

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